La Tarántula le da el último adiós a Spitzer
El telescopio espacial Spitzer ya es historia. Desde que fuera lanzado en 2003 nos ha ofrecido una serie de datos que nos han hecho comprender de una mejor manera un universo invisible a nuestros ojos. Casi 9.000 artículos se han realizado con sus datos, y los que faltan por salir publicados. Sin duda, ha llegado mucho más lejos de lo que se imaginaban sus creadores. Hoy a las 23:34 (hora peninsular española), han cesado las comunicaciones con él y la misión se ha dado por terminada. Sin embargo, este ingenio seguirá porque aún quedan muchos datos por analizar y muchos resultados que publicar. Así que, como suele pasar en estos casos, seguiremos oyendo hablar de él aunque ya no esté operativo.
Uno de los primeros objetos que estudió el telescopio espacial Spitzer fue la nebulosa NGC 2070, más conocida como nebulosa de la Tarántula (Clavage & Savage, 2004), objeto que ha visitado en numerosas ocasiones. Ahora, los científicos de la misión han vuelto a visitar este objeto para obtener nuevos datos y obtener una nueva imagen de esta región situada en la Gran Nube de Magallanes (LMC por sus siglas en inglés). En esta ocasión, los datos fueron tomados entre febrero y septiembre de 2019 (Cofield, 2020).
Observando lo invisible
«Creo que elegimos la nebulosa de la Tarántula como uno de nuestros primeros objetivos porque sabíamos que demostraría todas las capacidades de Spitzer», afirmó Michael Werner, científico de Spitzer desde el inicio de la misión. Las estructuras de polvo y la gran tasa de formación de estrellas hacen que esta región sea especialmente interesante donde los observatorios infrarrojos pueden ver muchas cosas que no son visibles en otras longitudes de onda.
Esta la luz infrarroja es invisible para el ojo humano, por eso no podemos verla. Sin embargo, estas longitudes de onda logran atravesar nubes de gas y polvo, algo que la luz visible por nuestro ojo humano no logra. Es por eso que telescopios como Spitzer logran ver estrellas recién nacidas, e incluso protoestrellas, que todavía están envueltas en las nubes de gas y polvo donde se formaron.
Spitzer y la subregion R136
En la nebulosa de la Tarántula podemos encontrar la subregión R136, una zona de «explosión estelar». Aquí se forman estrellas masivas que están situadas extraordinariamente próximas unas de otras (Crowther, 2010). Y además, se forman a un ritmo mucho más alto que en el resto de la galaxia. Como ejemplo, en un área de menos de un año luz en R136 encontramos más de 40 estrellas masivas. Cada una de ellas tiene al menos 50 veces la masa de nuestro Sol. El mecanismo que hace que surjan estas regiones de estallido estelar sigue siendo un misterio.
Como contraejemplo, si centramos al Sol y creamos una zona de 1 año luz de diámetro, solo encontramos una estrella: el Sol. Para encontrar la estrella más cercana debemos irnos a 4,24 años luz de distancia. Allí tenemos a Proxima Centauri, una estrella enana roja.
Spitzer y la supernova SN 1987A
Volviendo a la nebulosa de la Tarántula, en este caso en las afueras, encontramos otro de los objetos más estudiados: la supernova SN 1987A. Este objeto representa los restos de una estrella que estalló y cuya luz llegó a nuestro planeta en el año 1987. Al estallar, liberó en unos meses la potencia equivalente a unos 100 millones de soles. De hecho, la onda expansiva de ese evento continúa moviéndose por el espacio.
Cuando la onda de choque de esta supernova se encuentra con partículas de polvo, éste se calienta y comienza a irradiar en forma de luz infrarroja. En 2006, observaciones de Spitzer vieron esa luz invisible al ojo humano y determinaron que el polvo está compuesto en gran parte por silicatos (Bouchet, 2006), un ingrediente clave en la formación de planetas rocosos como el nuestro. En 2019, los científicos volvieron a usar a Spitzer para estudiar nuevamente SN 1987A. Esta vez con el fin de monitorizar el brillo cambiante de la onda expansiva y los restos de la expansión para aprender más sobre cómo estas explosiones cambian su entorno.
Las imágenes como legado de Spitzer
Así que, queridos lectores, este es el primer texto de la era «post-Spitzer». Pero como les dije al principio, este telescopio nos seguirá ofreciendo datos relevantes y nuevos descubrimientos debido a todos los datos que quedan por analizar. Mientras tanto, siempre pueden echar un vistazo a las galerías de imágenes que Spitzer nos deja como legado. Por aquí les dejo algunas imágenes icónicas de este telescopio:
2008: Spitzer nos muestra la nebulosa de formación estelar de Rho Ophiuchi
2009: Spitzer detecta un nuevo anillo infrarrojo alrededor de Saturno
2012: Spitzer capta el frente de choque de la estrella Zeta Ophiuchi
2012: Spitzer nos revela el pasado de la galaxia del Sombrero
Referencias
- Bouchet, P. et al (2006). «SN 1987A after 18 Years: Mid-Infrared Gemini and Spitzer Observations of the Remnant*» . The Astrophysical Journal, 650, pp. 212 – 227 (Ver) (PDF).
- Clavage, W. & Savage, D. (2004). «Stormy Cloud of Star Birth Glows in New Spitzer Image». JPL News (Ver).
- Cofield, C. (2020). «Tarantula Nebula Spins Web of Mystery in Spitzer Image». JPL News (Ver).
- Crockett, C. (2020). «As NASA’s Spitzer telescope’s mission ends, here’s a look back at its discoveries». SpaceNews (Ver).
- Crowther, P. et al (2010). «The R136 star cluster hosts several stars whose individual masses greatly exceed the accepted 150 Msun stellar mass limit». Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 408, Iss. 2, pp 731 – 751. DOI: 10.1111/j.1365-2966.2010.17167.x (Ver) (PDF).
- Hautaluoma, G.; Landau, E.; & Cofield, C. (2020). «NASA’s Spitzer Space Telescope Ends Mission of Astronomical Discovery». NASA News 2020-022 (Ver).
- Lorenci, M. (2020). «Apagón sideral». Diario vasco (Ver).
- Antonio Pérez Verde
- 30/01/2020
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