El monóxido de fósforo y la vida

¿Pensaban ustedes que ya no volverían a oír hablar del 67P/Churyumov-Gerasimenko? Pues se equivocaban. Hoy volverán a saber de él, pero antes les hablaré de ALMA (Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array) y de una reciente investigación que ha sido publicada en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (Rivilla, 2020) y que tiene como actor principal un compuesto químico: el monóxido de fósforo.

Gracias a ALMA pudo observarse con gran detalle la región de formación estelar AFGL 5142. Allí se pudieron identificar algunas moléculas portadoras de fósforo. Esto quiere decir que si las estrellas y los planetas nacen en estas regiones de nubes de gas y polvo, ya desde los mismos inicios del sistema estarían presentes estas moléculas de fósforo. Y esto es algo extrapolable a nuestro propio sistema solar.

Fósforo y nubes de gas y polvo

Por lo tanto es en esas nubes de gas y polvo donde comienzan a formarse las moléculas básicas necesarias para la vida, entre la que se encuentra el monóxido de fósforo. «La vida apareció en la Tierra hace unos 4000 millones de años, pero todavía no conocemos los procesos que lo hicieron posible», explica Víctor Rivilla, investigador del Observatorio Astrofísico Arcetri (Italia) y autor principal del artículo anteriormente mencionado.

ALMA
Región de formación estelar AFGL 5142 captada por el conjunto de radiotelescopios de ALMA || Créditos: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO), Rivilla et al. (Ampliar).

Las observaciones de ALMA mostraron que las moléculas portadoras de fósforo se van creando a medida que se forman las estrellas masivas. Y lo hacen mediante los flujos de gas que eyectan estas jóvenes estrellas, provocando la apertura de cavidades en las nubes interestelares. La acción combinada de choques provocados por estas eyecciones unido a la radiación, hace que en las paredes de estas cavidades se formen moléculas portadoras de fósforo, siendo el monóxido de fósforo la más abundante de todas ellas.

Del medio interestelar al sistema solar

Tras comprobar la extraordinaria abundancia del monóxido de fósforo, el equipo pasó a analizar un objeto del sistema solar para ver si existía esta molécula. Para ello eligieron un objeto que pudiese albergar los componentes primordiales del sistema solar. Un cometa es el candidato idóneo ya que es como una cápsula del tiempo que guarda información desde los mismos orígenes de nuestro sistema. ¿Y cuál es el cometa analizado más en profundidad? Efectivamente nuestro querido y viejo conocido 67P/Churyumov-Gerasimenko.

El monóxido de fósforo podría congelarse y quedar atrapado en los granos de polvo, que se unirían para formar planetesimales, rocas y, en última instancia, los cuerpos que conforman nuestro sistema solar. De ser así, este cometa debería tener rastros de monóxido de carbono que datan de aquella época.

monóxido de fósforo
Infografía que muestra la región de formación estelar AFGL 5142 y el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko junto al nexo que tienen en común: el monóxido de fósforo || Créditos: (Ampliar).

El instrumento ROSINA (Rosetta Orbiter Spectrometer for Ion and Neutral Analysis) a bordo de la sonda Rosetta recopiló datos de este cometa durante dos años orbitándolo. Previamente, otros equipos de científicos ya habían encontrado indicios de fósforo en estos datos, pero no sabían cómo habían llegado allí. Kathrin Altwegg, investigadora principal de ROSINA y una de las autoras del nuevo estudio, sugirió la presencia del monóxido de carbono. Con esta pista, volvieron sobre los datos y, efectivamente, ¡allí estaba!

Fósforo y vida

Esta primera detección de monóxido de fósforo en un cometa ayudó a los astrónomos a establecer una relación entre las regiones de formación estelar y la Tierra, donde el nexo común es el monóxido de fósforo. «La combinación de los datos ALMA y ROSINA ha revelado una especie de hilo químico durante todo el proceso de formación estelar en el que el monóxido de fósforo juega el papel principal», afirma Rivilla.

De esta forma, los cometas pudieron proporcionar grandes cantidades de compuestos orgánicos a nuestro planeta. Y en particular, el monóxido de fósforo detectado en el 67P/Churyumov-Gerasimenko puede fortalecer el vínculo entre los cometas y el origen de la vida en la Tierra. Ahí puede estar la clave.

Imagen de cabecera

  • Una de las últimas imágenes de Rosetta, tomada en septiembre de 2016. Créditos: ESA/Rosetta/NAVCAM (Fuente: ESA).

Referencias

  • eso2001 (2020). «Astronomers Reveal Interstellar Thread of One of Life’s Building Blocks». ESO Science Release (Ver).
  • eso2001es (2020). «Un equipo de astrónomos revela la historia interestelar de uno de los ladrillos para la construcción de la vida». ESO Comunicado Científico (Ver).
  • Rivilla, V. et al (2020). «ALMA and ROSINA detections of phosphorus-bearing molecules: the interstellar thread between star-forming regions and comets». Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 492, iss. 1, pp. 1180 – 1198. DOI: 10.1093/mnras/stz3336 (Ver) (PDF).

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