WR 124, la primera Wolf Rayet del Webb
Las estrellas Wolf-Rayet son un caso extraño. Están en una etapa que precede al final de su vida. No todas las estrellas pasan por esta fase, tan solo las que van a estallar como supernova aunque algunas estallarán sin haber pasado por esta fase. Una de estas estrellas fue observada por el telescopio espacial Webb. Su nombre es WR 124 y está situada a unos 15.000 años luz en dirección a la constelación de Sagittarius. Gracias al nuevo telescopio hemos podido observar sus características con un detalle sin precedentes.
En la imagen de abajo se distingue un halo de gas y polvo que envuelve la estrella, donde el Webb ha detectado el brillo infrarrojo que desprende. El tamaño de la nube es inmenso. Estamos hablando de un diámetro de 10 años luz. Es decir, si la nebulosa estuviese en el lugar del Sol, el sistema estelar de Alfa Centauri estaría dentro de esta estructura. Gracias al detalle de esta nueva imagen es posible distinguir la estructura nodular que presenta además de restos de eyecciones. A pesar de ser el escenario de una inminente «muerte» estelar, los astrónomos también buscan en este tipo de estrellas cómo el polvo cósmico se forman en estas nubes que rodean este tipo de estrellas ya que se pueden llegar a formar moléculas o elementos pesados que pueden ser vitales para la vida tal y como la conocemos.
El valor de WR 124
Las observaciones de este tipo de estrellas son muy valiosas precisamente porque no todas las estrellas que estallan como supernova pasan por esta fase. Tienen de particular que están expulsando al exterior sus capas más externas y eso es lo que provoca esos característicos halos de gas y polvo. Poniendo cifras, la estrella WR 124 tiene treinta veces la masa del Sol y ya ha expulsado el equivalente a diez masas solares hasta ahora. A medida que el gas eyectado se aleja de la estrella y se enfría, se forman el ya mencionado polvo cósmico que es detectado por el telescopio Webb al brillar notablemente en el infrarrojo.
Algo a favor del polvo cósmico es que puede sobrevivir a la futura explosión de supernova y contribuirá a la inyección de materiales pesados en el espacio interestelar, y esto tiene varios factores que lo hacer realmente interesante, entre ellos que sirve como sustrato para que las moléculas se formen y agrupen, y además, ayuda a formar planetas. A pesar de eso, existe una inmensa cantidad de polvo en el universo cuya formación resulta inexplicable por las teorías actuales. Dicho de otro modo: hay más polvo que el que las teorías afirman que debería haber.
Nuevas posibilidades con las estrellas Wolf-Rayet
Con estas observaciones, el Webb abre una ventana de nuevas posibilidades para estudiar el polvo cósmico con gran detalle ya que se puede estudiar mejor en el rango del infrarrojo. El instrumento NIRCam (Near-Infrared Camera) puede equilibrar el brillo de la estrella WR 124 con los detalles de los nódulos del gas que la rodea. Por otra parte, el instrumento MIRI (Mid-Infrared Instrument) es capaz de revelar las estructuras que forman las agrupaciones de gas y polvo. Antes de Webb, los astrónomos interesados en analizar estos aspectos simplemente no tenían una información tan detallada como para explorar la formación de polvo en ambientes de estrellas Wolf-Rayet.
Estrellas como WR 124 también sirven como un análogo para ayudar a los astrónomos a comprender un período crucial en la historia temprana del universo. Astros como el que hoy nos atañe fueron los que durante la etapa más joven del universo sembraron de elementos pesados el medio interestelar. Estos elementos han sido cruciales en la Tierra, al menos, para formar los componentes básicos de la vida y permitirle evolucionar.
Referencias
- Antonio Pérez Verde
- 15/03/2023
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