¿Horizonte de sucesos a la vista?
Hace unos días, el ESO (Observatorio Europeo Austral) sembró el ambiente de expectación. Enviaron un anuncio diciendo que el próximo miércoles 10 de abril a las 15:00 (hora peninsular española) ofrecerían una rueda de prensa. Allí darían a conocer el primer resultado relevante del EHT (Event Horizon Telescope). Esto es, una colaboración internacional que tiene por objetivo capturar la primera imagen del horizonte de sucesos de un agujero negro.
Antes de nada, el horizonte de sucesos es la zona que rodea a un agujero negro. Al entrar en esa región nada puede escapar, ni siquiera la luz. Es decir, si cruzas el horizonte de sucesos ya no hay vuelta atrás. Caes irremediablemente en el agujero negro y desapareces del universo observable. Dicho de otro modo, el horizonte de sucesos marca el límite del principio de causalidad por lo que nada de lo que esté dentro del horizonte de sucesos puede afectar al resto del universo.
El proyecto EHT utiliza radiotelescopios situados por todo el mundo operando en modo VLBI (Very Long Baseline Interferometry). Entre ellos se encuentra el radiotelescopio del Centro Astronómico de Yebes, en Guadalajara. Con el VLBI se genera un telescopio virtual cuya potencia total es mucho mayor que la suma de las potencias de todos los radiotelescopios por separado. De hecho, el telescopio virtual tiene un tamaño similar al de nuestro planeta. Con el EHT se pretende analizar los dos agujeros negros supermasivos con los mayores horizontes de sucesos -supuestamente- vistos desde la Tierra. Estos son Sagittarius A*, que está en el centro de nuestra galaxia, y el monstruoso agujero negro del interior de la galaxia elíptica gigante M87.
El horizonte de sucesos de Gargantua
Hasta ahora, una de las mejores representaciones de un agujero negro con su horizonte de sucesos nos la mostró Kip Thorne. Pudimos ver ese agujero negro en la película Interstellar donde Thorne no solo ejerció de asesor científico sino también de productor ejecutivo. Basándose en modelos relativistas y aplicando potentes métodos de cálculo obtuvo Gargantua, el famoso agujero negro de la película.
Nos mostró un agujero negro distinto a lo que teníamos en mente. Al menos, muy diferente del concepto que, personalmente, tenía de un agujero negro. Thorne aplicó los conceptos científicos con rigor. Tanto que con los resultados obtenidos en la película pudo publicar un artículo científico en la revista Classical and Quantum Gravity junto a Oliver James, Eugénie von Tunzelmann y Paul Franklin (James, 2015). Thorne también obtuvo el Premio Princesa de Asturias en 2017 y el Premio Nobel de Física en el mismo año por sus contribuciones a la detección de ondas gravitatorias.
Mi opinión
En mi opinión personal, creo que en 2018 ya pudieron observar un dato prometedor. Por eso, tal vez fue el motivo de que antes de que finalizara el año dijeron que 2019 sería el año en el que veríamos el horizonte de sucesos de un agujero negro. De esta forma se habrían podido dedicar a afinar los datos y asegurarse de que realmente se trata de ello. Pero como les digo, es tan solo una opinión totalmente personal.
Creo que podría pasar algo similar a cuando Michel Mayor y Didier Queloz observaron el primer exoplaneta, 51 Pegasi b. Las primeras observaciones con resultados prometedores fueron realizadas en septiembre de 1994. A pesar de que los dos científicos estaban seguros de lo que estaban viendo, siguieron investigando para evitar cualquier error. El hallazgo lo volvieron a confirmar enero de 1995. Y dos veces más en en julio y septiembre de ese mismo año. No fue hasta el 23 de noviembre de 1995, más de un año después de la primera detección, cuando se produjo el anuncio (Mayor & Queloz, 1995).
De todos modos, a ver qué nos cuentan el próximo día 10 y si nos sacan de dudas. ¿Será como el de Interstellar? Veremos…
Referencias
- James, O. et al (2015). «Gravitational lensing by spinning black holes in astrophysics, and in the movie Interstellar». Classical and Quantum Gravity 32, 065001. DOI: 10.1088/0264-9381/32/6/065001 (Ver) (PDF).
- Mayor, M. & Queloz, D. (1995). “A Jupiter-mass companion to a solar-type star”. Nature 378, 355-359. DOI: 10.1038/378355a0 (Ver).
- Antonio Pérez Verde
- 03/04/2019
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