El torrezno cuántico, el Atlético Ibañés y la vacuna de Schrödinger

¿Qué engorda más, unos torreznos cuánticos o unos cuanticos torreznos? En este caso, el orden de los factores (y la tilde sobre la «a» de cuántico) sí que afecta al producto. Les planteo otra pregunta: ¿se puede explicar la paradoja del Gato de Schrödinger a partir de un torrezno? Verán que sí. También verán que se puede explicar viendo un partido de fútbol del Atlético Ibañés. E incluso con la mente de un niño enfrentándose a una vacuna. Además, como en toda fábula que se precie, una moraleja cerrará el texto.

Para empezar les contaré de un modo rápido y sencillo lo que intenta explicar esta paradoja: Si introducen un gato en una caja y su vida depende de la desintegración o no un átomo con una probabilidad del 50% en un tiempo determinado, pasado ese tiempo y sin abrir la caja, el gato estará vivo y muerto a la vez. Esto es así porque la vida del gato depende de un átomo cuya probabilidad de desintegración está sujeta a la física cuántica.

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El Gato de Schrödinger está vivo y muerto a la vez || Fuente: catser.com

La paradoja indica que pasado dicho tiempo el resultado es la superposición de todos los estados. En este caso son «DESINTEGRACIÓN SI» y «DESINTEGRACIÓN NO», los dos a la vez. Y por tanto el gato está «VIVO» y «MUERTO» al mismo tiempo mientras no abramos la caja. Una vez abramos la caja, la paradoja dejará de tener sentido porque estaremos manipulando el experimento. En lenguaje técnico diríamos que «colapsa la función de onda». A partir de ahí solo se manifestará uno de los dos estados.

El torrezno cuántico

Imaginen ahora un torrezno. El mejor torrezno que se puedan imaginar. Saben de sobra que el torrezno les hará engordar en mayor o menor medida de acuerdo a una serie de factores: tamaño de torrezno, contenido en grasa, etc. Ahora bien, el debate que se plantean es: ¿Habrá sentimiento de culpabilidad o de felicidad tras comer el torrezno?

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Un «torrezno cuántico» || Fuente: torreznodesoria.com

Si sus sensaciones dependieran de un estado cuántico podríamos asegurar que antes de que se coman el torrezno se sentirán felices y culpables al mismo tiempo, algo que no dista mucho de la realidad. No sabrán cuál es vuestro estado real hasta que no abran la caja. Es decir, hasta que no se coman el torrezno.

El Atlético Ibañés

Otro ejemplo. Imaginen que van a Casas Ibáñez (Albacete), mi pueblo, a ver un partido del Atlético Ibañés. Ven a una persona que vende números para una rifa en la que se sortea un jamón. La rifa se compone de mil números y usted compra 500. Los otros 500 se distribuyen entre los demás asistentes al partido.

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El Atlético Ibañés celebrando el ascenso a Tercera División el pasado 30 de abril || Fuente: 5maseldescuento.es

Usted tiene una probabilidad del 50% de que le haya tocado el jamón. Mientras usted no mire el resultado de la rifa, el jamón será suyo y no al mismo tiempo. Esta superposición de estados dejará de tener sentido cuando abra la caja. Es decir, mientras no compruebe el resultado de la rifa no colapsará la función de onda.

El niño y la vacuna

Un último ejemplo, y no menos importante. Una madre, consciente de la necesidad de vacunar a su hijo quiere atenuar el miedo al pinchazo. «Hijo, esto no duele», le dice. El niño quiere fiarse de su madre y piensa que no le va a doler. Pero por otro lado piensa: «es un pinchazo y los pinchazos duelen».

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Calendario de vacunación || Fuente: http://vacunasaep.org

La mente del niño está en conflicto. Por un lado cree que le dolerá. Por otro, no. Si el resultado estuviera regido por la cuántica, el niño sentiría que le duele y no le duele a partes iguales, algo que tampoco dista mucho de la realidad. Solo descubrirá si la vacuna le causa dolor o no cuando abra la caja, es decir, cuando lo vacunen.

Moraleja

La aplicación práctica de la paradoja del Gato de Schrödinger solo tiene sentido a escala cuántica, es decir, a escala atómica e inferior donde las partículas tienen comportamientos que no obedecen a la mecánica clásica. Es por eso que aplicar estos postulados a objetos multiatómicos como un gato o un torrezno no tiene mucho sentido pero ayudan a comprender estos conceptos.

Así que esta será mi moraleja. Si les apetece un torrezno, cománselo, siempre con moderación. Si van a ver algún partido del Atlético Ibañés compren números para la rifa del jamón. Y por supuesto, lo más importante de todo, vacunen a sus hijos.

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